Tengo que admitir que últimamente me sorprendo hasta con mi propia capacidad de reaccionar con algunas situaciones. En lo que se refiere a las emociones fuertes, creo que solo en los últimos días ya tuve una dosis anual de dudas existenciales y tormentas emocionales. Las partidas que lo inesperado nos trae… Cuando hay nubes por lo menos sabemos que existe una gran probabilidad de que llueva. Pero cuando nos despertamos y vemos el cielo azul despejado, generalmente ni los mayores pesimistas esperan ser atacados por una tempestad, y mucho menos que se les caigan bombas del cielo. Pero bueno, fue lo que pasó… Tengo que admitir que todavía estoy literalmente en estado de shock!, diría que hasta desilusionada. Es estúpido que nos quedemos desilusionados con alguien que mal conocemos o que no conocemos del todo, pero descubrí que la desilusión no tiene nada que ver con el hecho de que conozcamos mucho o poco a alguien. Antes de nada, la desilusión tiene que ver con las expectativas que creamos, y la verdad que, algunas personas crean demasiadas expectativas. Esperamos demasiado de los otros y cuando ellos no nos corresponden como queremos, nos decepcionamos, nos deja tristes y desilusionados. Lo más interesante es que el grado de desilusión es siempre proporcional a la expectativa que creamos.
Y si… descubrí que aunque no conozcamos bien la personas y por alguna razón extraña resolvamos crear expectativas, hasta las pequeñas cosas pueden tener efectos extraordinariamente destructivos. Las pequeñas cosas, por no decir “cuando nos caen dos bombas del cielo”, en el momento menos esperado. Ahí solo se escucha el eco de algunas palabras en nuestra cabeza, y al corroer lo que existe ahí adentro, intentamos percibir la razón, pero por mas que intentemos, no encontramos nunca la respuesta de cómo la reacción fue sin un propósito especifico. La lógica nos dice que no nos importemos con esas cosas y que miremos para otro lugar, para seguir en frente y pensar en otras cosas… pero el incómodo que sentimos se mantiene presente, como una aguja fina que nos va picando en cada movimiento. Hoy me sentí así… Todavía me siento así… DESILUSIONADA.
Realmente hay momentos en que detesto “sentir”. Detesto tener nudos en la garganta y querer hablar sin poder hacerlo, me siento obligada a mantener, por encima de todo, las apariencias… y como detesto las apariencias!!! Pero acá estoy yo, y en mi frente solo tengo los hechos, la verdad pura y dura y un motón de signos de interrogación. Una mezcla que le deja a cualquier uno con desesperación! Destesto las mezclas, sea de lo que sea, y más cuando se trata de sentimientos. En vez de eso prefiero estar en el blanco y negro. Pero la verdad es que esta vez.. no consigo posicionarme. Estoy bien, pero con un gusto amargo que me vino a la boca como algo inevitable. Esta si es una de las partes terribles de nuestra vida, cuando tenemos que tragarnos en seco las desilusiones y seguir en frente como si nada hubiese pasado.
